Dedicado al equipo de
voluntarios de Cáritas y del comedor social de la parroquia de San Félix.
Abrir nuestras metas personales
Vivimos en una sociedad que prioriza la autorrealización, el
materialismo y la rentabilidad; una sociedad que pone en el centro de la vida
la productividad, el mercantilismo y el tener, la ambición por acumular dinero,
prestigio, títulos, reconocimiento… Según esta concepción del ser humano, si no
tienes algo no eres nadie. Si no haces algo importante o notorio, no existes.
Lo esencial, que es el ser, empieza a enfermar cuando todo gira en torno al yo
mismo. El vacío de valor está delatando una ruptura interna del ser humano y un
profundo desequilibrio social. Cuando dejamos a un lado los valores esenciales,
como el respeto a la dignidad humana, la generosidad, la solidaridad, el
compromiso hacia los más débiles, la gratitud, la amistad… estamos rompiendo
algo fundamental para el crecimiento de la persona.
No estamos en este mundo sólo para plantearnos nuestro
bienestar personal y material, es decir, el tener y el trabajar. Rendimos un
excesivo culto a los bienes materiales y todos los objetivos que nos
proponemos, finalmente, se encaminan a tener más, en detrimento del ser.
Y así se dan enormes desequilibrios sociales, culturales,
emocionales y psicológicos. Cuando los retos se limitan a la mejora de uno mismo,
nos empequeñecemos como personas. Pero cuando en nuestras metas están los
demás, su bien, construir lazos; es decir, cuando sociabilizamos nuestras metas
para aportar algo nuevo a la sociedad, es cuando verdaderamente crecemos,
humana y espiritualmente.
El yo se despliega más allá de sí mismo y descubre nuevos
horizontes que le ensancharán el corazón y aumentarán sus capacidades frente a
las crisis y la confusión ideológica y moral que le rodea.
El voluntariado, respuesta eficaz
Los políticos cobran, y es la ciudadanía quien les paga. Y,
sin embargo, no sólo no reducen los problemas, sino que a veces los aumentan.
La ambigüedad de los partidos y sus discusiones interminables se suman a los
discursos demagógicos y falsos. Supuestamente, ellos se ocupan de atender los
problemas de los ciudadanos y creen que promulgando nuevas leyes, que
teóricamente favorecen a las personas vulnerables, ya están dando una respuesta
eficaz. Muchas veces están maquillando el problema para parecer que hacen algo.
Es necesario que surjan grupos intermedios que se sitúen
entre la familia y las instituciones para responder a los grandes desafíos de
la sociedad. El voluntariado es una respuesta a los problemas más acuciantes
que nos afectan. Los gobiernos y administraciones tendrían que ayudar a
canalizar y potenciar las iniciativas de los diversos grupos que dedican su
tiempo, recursos y experiencia a favor de los demás.
El valor, la fuerza, la creatividad y el compromiso de miles
de personas no se pueden ignorar. Los gobiernos tendrían que apoyarse en ellas
para que, juntos, estado y ciudadanía, podamos trabajar en la búsqueda de
soluciones eficaces y realistas. No se puede despreciar el enorme contingente
del voluntariado, que sin pedir nada a cambio, decide sacar tiempo y recursos para
paliar los sufrimientos de todas aquellas personas que sufren pobreza,
marginación y soledad.
Yo os invito, desde mi blog, a todos aquellos que me seguís
y a vuestros amigos, que devolváis a la sociedad una parte de aquello que
habéis recibido, en forma de tiempo, y os unáis a este gran ejército de gente
buena que ha decidido dar algo a cambio de nada. Especialmente a los jubilados
y a los estudiantes. Descubriréis que en la vida no todo es rendimiento
monetario, ni prestigio.
Lo que descubres en el voluntariado
Hacer algo desde el anonimato, en favor de alguien que
socialmente no tiene nombre, alguien invisible, tiene un valor impresionante. A
una edad madura hemos de aprender a saltar del tener al dar; del conseguir al
ser. Cuando uno lo hace, empieza a descubrir la grandeza escondida que hay en
su interior.
Aprendamos a descubrir que hay algo más que mi trabajo, mi
grupo, mi familia, mis preocupaciones… Que hay colectivos desdibujados que
necesitan presencia, calidez y apoyo para recuperar su identidad. Sólo cuando
seamos capaces de hacer esto sentiremos que algo estamos haciendo bien.
Hay que enseñar al mundo que cada ser humano tiene un enorme
potencial inscrito en su ADN, y que este puede convertirse en un torrente de
solidaridad que cambie el mundo. Los otros, especialmente las personas desfavorecidas,
están pidiendo a gritos nuestra ayuda.
Este tipo de experiencia es extraordinaria e insustituible. He
vivido situaciones y he visto testimonios que han añadido un plus a mi vida. Con
el voluntariado aprendes a afinar tus apreciaciones sobre la realidad. Y, sobre
todo, aprendes a ser más persona y a descubrir el misterio que hay en el
corazón del hombre.
Aprende a dar sin recibir nada a cambio. Es verdad que ellos
no pueden devolverte nada, porque no lo tienen. Pero te están dando la
oportunidad de crecer ante el dolor. Te están ofreciendo un corazón roto que se
deposita en tus manos. Te están enseñando la fragilidad del ser humano y el
valor de la generosidad. El otro te da la oportunidad de descubrirte a ti
mismo, pero también de ensanchar más tu vida, de enriquecer tu interior.
Vale la pena dedicar un tiempo de tu vida a los demás, dando
lo mejor de lo que eres y tienes. Este es el gran reto de los voluntarios.
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