Hoy la medicina está en crisis. Más allá de los avances en sus diferentes disciplinas, el enfoque que ha adoptado en los últimos tiempos, primando sobre todo la parte química y farmacológica, ha llevado a una visión reduccionista de la medicina.
Vemos
cómo las empresas farmacéuticas marcan una línea terapéutica a seguir, basada
en la industria. Son ellas quienes financian la investigación puntera, los
congresos médicos y los ensayos clínicos, siempre enfocados a probar la
eficacia de tal o cual producto. La persona humana se concibe como una
estructura química y celular, una máquina a la que tratar con diferentes
sustancias o técnicas quirúrgicas. La medicina alopática ha avanzado mucho, sí,
pero olvida que el hombre es más que cuerpo y materia: tiene emociones,
sentimientos, recibe impactos y toma decisiones que trascienden lo físico,
alterando su conducta y condicionando su psique. Es en este delicado terreno
donde la medicina aún no ha encontrado muchas respuestas y debe ampliar su horizonte
terapéutico para no caer en la excesiva medicalización de los pacientes.
Una
enfermedad a menudo necesita algo más que pastillas. Por otra parte, se ha
comprobado que la ingesta prolongada en el tiempo de ciertos fármacos produce
efectos indeseados en el paciente, que pueden agravar su enfermedad o
provocarle otras. Se sabe que la cuarta causa de muerte no natural en los países
occidentales es la mala praxis médica. Son miles de muertes cada año, y esto
significa que los medicamentos están provocando muchas muertes. De esto se
habla poco en los medios.
Un negocio muy lucrativo
Por
otra parte, los colegios médicos, las publicaciones científicas y las
fundaciones están siendo inyectados con generosas sumas de dinero por parte de
la industria farmacéutica: la ciencia está cautiva de un mercado poderoso,
capaz incluso de condicionar las políticas sanitarias de los países.
El
médico, recetando a diestro y a siniestro, se convierte en un instrumento al
servicio de estas empresas. En ocasiones, lo último que tiene en cuenta es el
historial médico del paciente: priman el beneficio y las comisiones que va a
cobrar por emitir sus recetas.
Sé
de primera mano el caso de personas cercanas cuya salud se ha ido deteriorando
por un grave desacierto en las terapias farmacológicas que les han prescrito.
No sólo no se han curado, sino que su estado ha empeorado hasta producirles
graves trastornos y una dependencia total. Cuando la patología sólo se aborda
mediante el suministro de medicamentos, con la cantidad de efectos adversos que
producen, el remedio acaba siendo mucho peor que la enfermedad. Los médicos no
han actuado como terapeutas, sino como mercenarios del gran negocio
farmacéutico. Los pacientes han quedado reducidos a meros consumidores y
clientes.
Con
esto no quiero generalizar, porque también conozco médicos muy fieles a su
juramento hipocrático que se mantienen íntegros y buscan el bien de sus
pacientes, explorando todas las alternativas posibles. Como en todos los campos
profesionales, es lamentable que muchos reduzcan su noble profesión a un
mercadeo por dinero. Y más en el caso de los médicos, cuya misión es el cuidado
sagrado del cuerpo humano.
La persona es más que un cuerpo
Me
preocupa este reduccionismo de la medicina, porque responde una idea del ser
humano muy limitada e inexacta: una visión materialista de la persona, reducida
a mero cuerpo, sometida a las leyes físicas y químicas, que se puede manipular
a criterio del médico con cualquier producto.
La
soberbia de este enfoque, además, sataniza, ridiculiza y acusa de
irresponsables a los médicos que adoptan otras posiciones o alternativas. Los
critica, tachándolos de chamanes, gurús o charlatanes, cuando a menudo son
profesionales que investigan vías terapéuticas valiosas y de interés
científico. Pero hay una posición oficial, refrendada por los colegios médicos,
que acaba convirtiéndose en tiranía sanitaria. Desde el orgullo médico y el
trono de la autosuficiencia, se erigen como jueces, decretando protocolos y
terapias, prohibiendo salirse de los carriles que marcan las grandes compañías
farmacéuticas, sus mecenas.
La
primera máxima del médico es no hacer daño. Como he comentado antes, y por la
información que tengo, sé que hay más de 5 000 querellas presentadas contra
médicos y hospitales por negligencia y mala praxis. Muchas de estas querellas
han sido aceptadas a trámite; los médicos responsables han sido imputados y
algunas sentencias han decretado su inhabilitación en el ejercicio de la
medicina, así como el cese en sus cargos y responsabilidades. Un ejército de
abogados expertos en derecho sanitario está denunciando actuaciones contra la
salud de los ciudadanos, cometidas por la clase médica. Es lamentable que esto
ocurra en una profesión vocacional como esta. La salud tiene implicaciones
éticas y de respeto a la vida de la persona. En la medicina oficial se han dado
hechos punibles que jamás hubieran tenido que ocurrir. El médico no es ningún
Dios y su gestión debe estar controlada y vigilada para que no se repitan los
excesos y abusos. En la historia de la medicina se han cometido hechos muy reprobables
que claman al cielo. La medicina ha de volver a poner en su centro al ser
humano, la persona íntegra, por encima del dinero y el lucro.
Humanizar
el trato paciente-médico es otro reto. Hemos de pasar de la medicina industrial
a la medicina familiar y cercana, al cuidado respetuoso, generando una
complicidad entre médico y paciente que permita un trato personal y que
facilite el proceso curativo. Hemos de rescatar la medicina, limpiándola de
todas esas capas que la han transformado en un negocio, manchando la vocación
médica y haciéndola caer en el mercantilismo sanitario. Esto pasa por
replantearse la propia ciencia médica, despojándola de la tiranía jerárquica y dogmática
de las corporaciones y recuperando la relación de tú a tú entre el paciente y
el médico.
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* *
Lo
veo necesario y urgente. Porque no me parece que sea este el camino que va a
tomar la medicina en los próximos años. Con la pandemia, se ha empezado a
implantar la teleasistencia, cerrándose muchos ambulatorios y dejando sin
atención a muchas personas, sobre todo mayores, que echan en falta la presencia
cercana de su médico de cabecera. La medicina también se quiere digitalizar,
con toda clase de dispositivos y programas de análisis y medición de las
constantes vitales. Se producen muchos avances tecnológicos para el control de
la salud y la prescripción de fármacos de última generación, totalmente
personalizados y adaptados al paciente. Se invierte mucho en tecnología, pero se
pierde el contacto humano, clave en la curación. ¿Realmente estamos avanzando?
5 comentarios:
Es cierto que la industria farmacéutica es potente. Creo que no se conercializan los medicamentos sino tienen la aprobaciòn estatal.
No sé como se ha reducido la mortaldad infantil que asolaba en nuestro mundo, ni comoo se ha llegado a la esperanza de vida que seria de justicia llegara también a los paises pobres. Sí que hay desviaciones en la gestión sanitaria como en el ejercicio del saber en manos de hombres sin conciencia moral
Me sorprende esta vision tan antigua y negativa de mi profesion.. La esperanza de vida y la mortalidad y muchas enfernedades han nejorado con ayuda de medicacion..es cierto que se necesita el contacto humano y el apoyo psicologico pero alguien piensa que con palmaditas en la espalda y "agua del Carmen" se curan muchas enfermedades..por favor responsabilidad y respeto a tantos profesionales. Medicos investigadores farmaceuticos enfermeras que ponen su conocimiento al servicio de todos pacientes,familiares...
Por mi experiencia, en la medicina hay una cara y una cruz. La cara es lo que comentáis: avances científicos, profesionales excelentes y entregados. La cruz, que casi nadie quiere ver, también está ahí y es terrible, porque en vez de dar vida, enferma y mata. Si la ciencia no avanza a la par que el humanismo podemos afrontar un futuro escalofriante. La esperanza de vida de las generaciones más jóvenes ya no se prevé tan larga, y el aumento de enfermedades crónicas y degenerativas, además de las mentales, se dispara. Lo estamos viendo cada día. No sé si eso es mejor calidad de vida... Hay mucho que reflexionar aquí. Entiendo la reacción de autodefensa de los médicos, pero en esta profesión es como con los maestros, los sacerdotes y los abogados. Si eres honrado y cumples con tu misión, bravo. Si no, las consecuencias pueden ser nefastas. La verdad, agradezco que se saquen estos temas y ojalá se puedan dialogar abiertamente y sin prejuicios.
Corruptos y malos profesionales los hay en todos los campos pero no es bueno generalizar..porque se puede faltar a la justicia facilmente..
De acuerdo con la señora Pilar Alonso. Por favor dejemos el dicurso médico y científico a los médicos y a los científicos.
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