domingo, marzo 12, 2006

Los medios de comunicación, promotores de paz

La necesidad de un referente ético

Hoy nadie duda que, detrás de la complejidad del mundo mediático, subyacen posturas ideológicas que favorecen a determinados intereses políticos y económicos. Desde un punto de vista objetivo y científico seguramente podrían cuestionarse los fines que persiguen muchos mass media, que, en principio, se supone están al servicio de la sociedad.

Dado que los medios de comunicación están inmersos en un profundo laberinto de intereses pactados, se hace necesario apelar a un código ético que marque el límite de la información, sin subjetivismos a priori.

Por esto los medios han de contar con una autorregulación que contribuya a mantenerlos fieles a unos principios. Estas normas éticas actuarían como parámetro de conducta y deberían ser libremente asumidas.

Muchas veces ya no se trata de cuestionar la veracidad y la objetividad. Tengamos en cuenta que los medios son un arma poderosa que incide, a veces brutalmente, en la conciencia social y personal de muchas sociedades. Muy a menudo, los medios se convierten en la plataforma donde se libran encarnizadas luchas ideológicas que sólo favorecen el descontento social, el miedo y la desconfianza. Por tanto, de manera urgente y radical, sin balbuceos, es preciso que los profesionales de este ámbito se tomen muy en serio su código deontológico.

Al servicio de los ciudadanos

El mundo de las comunicaciones está cambiando a pasos vertiginosos. Las telecomunicaciones, Internet, la telefonía móvil y las múltiples opciones interactivas que permiten hoy las tecnologías están afectando profundamente a la prensa y la televisión, los grandes medios tradicionales. El efecto social más inmediato de esta etapa de cambios es una creciente sensación de incerteza, temor y confusión. Para salir de este torbellino hay que apelar a la credibilidad y a la responsabilidad de los medios.

Los ciudadanos merecen una prensa y unos medios libres, plurales y críticos, capaces de dialogar con la ciudadanía y de responder a sus inquietudes con fluidez, transparencia y criterios éticos. Debe tenerse en cuenta el rigor, la honestidad, la veracidad, y no confundir los hechos con las opiniones. Pero aún hay más. Los medios no sólo deciden cómo transmitir una noticia, sino qué noticias quieren ofrecer. En esta selección, un criterio debería prevalecer siempre como valor máximo: el respeto a la intimidad de la persona, a sus sentimientos, a sus creencias y, en definitiva, a su dignidad.